Bodega Queirón

la gravedad

y el alma

La nueva bodega Queirón, en la que la familia Pérez Cuevas ha empleado una década para su construcción, se sitúa en el extremo oeste del histórico Barrio de Bodegas de Quel (mantiene la clasificación clásica del propio conglomerado del barrio con el número nueve original) y asienta sus pies en la zona de una antigua alcoholera de la familia con una arquitectura que se organiza en cuatro niveles, enterrándose literalmente paralela al espacio en el que desde hace siglos lo hacen las cuevas tradicionales en el cerro de La Corona y manteniendo su misma filosofía, con sus toberas en la zona superior para aprovechar la tradicional fórmula queleña de recepción de la uva, en la que se fundamentan los pasos de la elaboración del vino en torno a la gravedad, lo que propicia que todos los procesos se realicen con extrema suavidad protegiendo a las uvas, los mostos y los vinos de cualquier manipulación innecesaria y de cualquier bombeo mecánico que pueda afectar la calidad del vino.

Ésta es la esencia de Queirón, un cuidado exquisito de cada uno de los pasos de la elaboración del vino. Al igual que sucede en la viña, todo lo que se plantea en la nueva bodega se realiza con calma y respeto máximo a la uva para lograr vinos que expresen con plenitud el territorio en el que nacen:
Quel, Rioja Oriental, Rioja.

Inspiración
la gravedad

El diseño de la bodega Queirón ha surgido íntegramente del ingenio, la experiencia y la sensibilidad de Gabriel Pérez y ha contado con dos inspiraciones fundamentales. La primera, de carácter técnico e histórico, en la que ha reinterpretado el concepto de la elaboración por gravedad de las bodegas tradicionales queleñas para adaptarlo al siglo XXI. Por eso, la instalación se hunde materialmente en el cerro y se adosa a él de la misma forma que lo hacen las antiguas bodegas, escalonando en diferentes alturas todos los procesos, desde la zona de recepción y selección de la uva en la parte superior, para ir descendiendo paulatinamente a la nave de elaboración, a la de crianza en barricas y hasta el botellero, que ocupa la planta más baja.

Gabriel, junto a su hijo Rubén, (enólogo) han dotado al concepto arquitectónico de todo el relato inherente a la elaboración para lograr la absoluta coherencia con la tradición de la zona y de sus antepasados. El edificio está completamente integrado con su entorno para no desvirtuar en ningún momento el paisaje tradicional del conjunto del barrio de las Bodegas de Quel y se ha dotado de todos los recursos medioambientales, tanto para su propia construcción como en su eficiencia energética durante todo el año.

La gravedad inspira a Queirón

Inspiración
artística

La segunda inspiración es la artística y está en absoluta relación con la figura del Miguel Ángel Sáinz, el artista riojano de Aldeanueva de Ebro (1955-2002) con el que Gabriel Pérez estableció un nexo de unión esencial en la vida de ambos y al que le confió el diseño completo de la Bodega Ontañón de Logroño, concibiéndola como un auténtico templo del vino desde el primer momento.

Así lo relata el propio Gabriel:

«Conocí a Miguel Ángel cuando yo era alcalde de Quel y le pedí su colaboración para decorar nuestro pueblo. De aquella unión profesional surgió una amistad que nos cambió la vida a los dos. Años después nos embarcamos en la realización de la bodega de Logroño, en la que Miguel Ángel aportó toda su creatividad, todas sus creencias y su esfuerzo. Había un objetivo: el vino y su cultura, marcado sobre todas las cosas por los dos aspectos centrales de su voluntad, su religiosidad (unido al profundo conocimiento que tenía de la Mitología y del Arte Egipcio) y su recogimiento interior. Todo ello lo plasmó en la bodega de Logroño, a la que convirtió en un auténtico santuario. En Queirón he recogido sus formas y las he trasladado a la nueva bodega como homenaje a su figura y lo que significa para todos nosotros».

Inspiración artística en Queirón

«Queirón respira
el alma de
Miguel Ángel Sáinz»

Queirón respira el alma de Miguel Ángel