Los orígenes
más remotos

Los primeros vestigios escritos de la existencia de viñedos en Quel los demuestran unos documentos del arbitraje de un litigio que se produjo en 1327 entre el Concejo de Quel y el Cabildo Catedralicio de Calahorra con respecto a la construcción de «una presa para abastecer los molinos y regar las viñas y demás heredades del término Santamaría de la Cueva, lindante con Autol», tal y como recoge Santiago Ibáñez Rodríguez en su artículo: ‘El tiempo que vio nacer al Rioja: historia de un vino y una región hasta 1899’, publicado en la obra colectiva ‘La Rioja, sus viñas y su vino’. (Gobierno de La Rioja 2009).

Quel, los orígenes mas remotos

Francisco Javier Goicolea recogió en el segundo capítulo del libro ‘Quel histórico’, dirigido por José Luis Gómez Urdáñez, la resolución de otro pleito en el año 1490. En este caso se enfrentaban el señor y el concejo de Quel con un vecino del concejo de Grávalos por la posesión y aprovechamiento de ciertos términos situados en Quel y en su aldea de Ordoyo. La sentencia, fechada el 14 de agosto de 1490, dictaminó que los vecinos de Grávalos podrían entrar a apacentar sus ganados en los términos en litigio, sin hacer daño en las tierras de cereal y en los viñedos, pero no podrían cortar leña ni varear bellota en los montes del término de Ordoyo, además de tener que pagar 10.000 maravedíes de multa al señor García Sánchez de Alfaro por los daños causados, y otros 4.000 maravedíes por los desperfectos ocasionados en una casa que le habían derribado (ARCHV, RRE, 30-29).

La documentación municipal de Arnedo de principios del siglo XVI permite constatar que Grávalos era una de las aldeas pertenecientes al alfoz de esta villa, junto a El Villar, Tudelilla, Villarroya, Bergasa, Carbonera y Turruncún. El alfoz era el nombre empleado durante la Edad Media en la península ibérica (Castilla, León y Portugal) para designar al término rural geográfico al que pertenecía el concejo de una villa.

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Expansión del viñedo en Quel
en la Edad Media

A finales la Edad Media, siguiendo de la mano el relato de Francisco Javier Goicolea, el viñedo experimentó cierta expansión en Quel, tal y como apuntaba el hecho de que el vino representaba la segunda mejor valoración en maravedíes en los diezmos recaudados por la Iglesia, «lo que, unido a otros datos, parece confirmar que el cultivo del viñedo experimentó cierta expansión en los campos de cultivo de Quel.
En efecto, conviene recordar en este momento el interés de los vecinos de Quel por plantar viñas, lo que se había traducido en una licencia otorgada (y luego revocada) por García Sánchez de Alfaro II para que cada vecino pudiera plantar diez peonadas de viñas en el secano. Y los mismos señores de Quel estaban muy interesados en este cultivo: eran propietarios de viñas dentro de la jurisdicción de la villa, encubaban vino en las cubas que poseían en los ‘palacios’ de Quel, y cobraban a sus vasallos derechos relacionados con el cultivo de la vid y con el vino (rentas de las uvas, vendimiadores y vino).
Los mercados de los pujantes núcleos urbanos del entorno, como Arnedo o Calahorra, con toda probabilidad incentivaron el cultivo de un producto alimenticio que era cada vez más demandado por las poblaciones urbanas».

A finales del siglo XV el cultivo de la vid ya tenía cierta importancia en la economía de Quel y como demuestra el hecho de que comenzaran a aparecer las primeras referencias documentales sobre la existencia de bodegas. En un inventario realizado sobre las propiedades del señor García Sánchez se detallaba que en su casa ‘palacio’ de Quel -«donde vivía»- poseía una bodega en la que se inventariaban dos cubas de trescientas cántaras de vino cada una, cuatro cubas de doscientas cincuenta cántaras, dos cubas menores de quince cántaras, y diversos instrumentos relacionados con la producción de vino, como un trujal, tal y como recoge Francisco Javier Goicolea en la obra anteriormente citada y que es una referencia de primera magnitud para conocer lo arraigada que está en esta zona de Rioja la viticultura así como la elaboración y la cultura del vino.

El inicio de la Edad Moderna es una época expansiva en el crecimiento del cultivo de viñas en La Rioja. En las primeras décadas del siglo XVI la masa vegetal se ha extendido por toda La Rioja con dos zonas destacadas: la primera desde Haro hasta Logroño siguiendo el curso del Ebro y desde Nájera hasta Laguardia de sur a norte; la segunda en un área delimitada por cuatro puntos: Alfaro, Ausejo, Arnedo y Calahorra, con la villa queleña en el corazón de todo este territorio de expansión vitivinícola.

Esplendor
del siglo XVIII

El Catastro del Marqués de la Ensenada, de nombre Zenón de Somodevilla y Bengoechea, riojano ilustre nacido en Hervías el 20 de abril de 1702, desvela el crecimiento de Quel en siglo XVIII: “El término de estas villas de Quel de Yuso y Suso ocupa de Levante a Poniente diez y siete mil doscientas y cincuenta y cinco varas y de Norte a Sur, tres mil novecientas cincuenta y cinco varas. Y de circunferencia treinta y tres mil ciento veinticuatro varas que hacen seis leguas y media y seiscientas y veinticuatro varas, computadas a cinco mil varas por legua y legua por hora”.

En el siglo XVIII, como continúa relatando la obra Quel Histórico, un cultivo en expansión vino a cambiar la imagen del secano queleño: la viña. Con 542 hectáreas en producción y otras 28 de “plantados” de “primera y segunda hoja”, Quel era uno de los grandes productores de La Rioja Baja, y eso que estaba cerca de Arnedo, el mayor productor de vino de La Rioja Baja entonces, pero también estaba cerca geográficamente de Calahorra, la ciudad episcopal, que apenas tenía viña, y por ello era el eje de la demanda de vino sobre Quel. Por eso, casi cada vecino tenía viñas y también bodega. Para los 338 queleños censados (entre ellos se cuentan 59 viudas y tres solteras, que cuentan por medio vecino), había en Quel nada menos que 224 bodegas. Éstas estaban “en tres barrios que llaman Las Coronas” y ya tenían el aspecto de hoy, con su sistema de carga por encima, debido a la adaptación a la peña. Muchas de las peculiares bodegas actuales son, sin duda, de esta época de esplendor del vino en Quel. Tanto es así que los peritos del catastro calcularon que el vino que podían albergar las cubas de las bodegas se elevaba a las 50.000 cántaras.

En 1851, tal y como recoge la obra ‘Los Barrios de Bodegas: Quel, un ejemplo singular’, en el catastro de Madoz, el número de bodegas queleñas había aumentado significativamente en relación a las 224 que citaba el Marqués de la Ensenada: «Al frente de la población, al otro lado del Cidacos y a distancia de unas 700 varas, se encuentra una cordillera de peña dulce desde Arnedillo hasta Autol, en la que se han abierto más de 350 cuevas o bodegas para encerrar vino». Los autores de la obra sostienen que el número de bodegas al que se refiere Madoz «parece exagerado» y presentan otra fuente «consultada en el Archivo Histórico de La Rioja», en la que se ofrece la nada desdeñable cifra de 204 cuevas en 1860 que «forman tres grupos distando de la cabeza del distrito 516 metros el más próximo y 1.388 el más anejo».

Esplendor del vino en Quel

Entre
dos siglos

En el año 1881 Quel dedica al cultivo de vino 563 hectáreas, cantidad que representa el 25,95 por ciento de la superficie labrada en todo el municipio, y como recuerdan los autores de ‘Los Barrios de Bodegas: Quel, un ejemplo singular’, gracias al Nomenclator de 1893, se puede saber que existen 320 cuevas, barracas y chozas de campo, cifra que llegaría a las 537 en el Nomenclator de 1900. En la obra se subraya que en el siglo XX los catastros constituyen una fuente fundamental y que en 1929, tras la consulta que realizaron en el Registro Fiscal de Edificios y Solares, aparecen en Quel tres barrios de bodegas: el primero con 136 fincas, el segundo con 52 y el último con 27. En total, 215 bodegas identificadas con sus propietarios, linderos, dimensiones, tipo de construcción, materiales y croquis descriptivo. En 1964 aparecen identificadas 242 bodegas, localizados en tres barrios denominados Las Coronas, La Coronilla y la Cilla. Los dos primeros se sitúan en la margen derecha del río Cidacos y el último en la calle de las bodegas del casco urbano. Las Coronas se corresponde con la ladera próxima al puente y en él se localiza el mayor número de cuevas. La Coronilla se encuentra unos metros río Cidacos arriba y sólo alberga unas 15 bodegas. En este Catastro también se reflejan perfectamente los dueños de cada una de las cuevas.

En 1947, al igual que sucede en muchas localidades vinateras de La Rioja, se creó en Quel la bodega cooperativa y comenzó un fenómeno con efectos que tienen continuidad en la actualidad: el abandono de las bodegas puesto que los viticultores ya no elaboran las uvas en sus cuevas y lo hacen en las instalaciones de la propia cooperativa.

Tal y como se subraya en el libro ‘Los Barrios de Bodegas: Quel, un ejemplo singular’, en los últimos 250 años la superficie de viñedo en Quel ha variado de manera sincronizada con los momentos de crecimiento y de descensos de mercado, con una cifra de 550 como una referencia que se mantiene desde los tiempos del Marqués de la Ensenada.

Quel, un ejemplo singular